LOS PATINES ELÉCTRICOS SALVARÁN LAS CIUDADES
Los nuevos patinetes eléctricos pueden reducir las emisiones,
revitalizar el transporte público y reducir la dependencia de las
ciudades españolas de los automóviles para el transporte de sus ciudadanos.
Basado en el trabajo original de Levi Tillemann y Lassor Feasley (2018). Let's Count the Ways E-Scooters Could Save the City [Contemos las formas en que los E-Scooters podrían salvar la ciudad]. Nueva York: Wired. https://www.wired.com/story/e-scooter-micromobility-infographics-cost-emissions/
Foto de cabecera: Raúl Quijada Liébana
Contra la narrativa de los medios de comunicación centrada en los aspectos negativos de los patines eléctricos y las redes compartidas de scooters y bicicletas que han aparecido en las ciudades en los últimos años (el desorden, los riesgos de seguridad, los inconvenientes de su estacionamiento, etc.), estos vehículos de "micromovilidad" tienen el potencial de resolver algunos de los mayores problemas a los que se enfrentan las ciudades en España. Pueden facilitar el acceso al transporte público, reducir la huella ambiental y ahorrar dinero al bolsillo del ciudadano. La micromovilidad puede ser tan disruptiva como la energía solar o los vehículos eléctricos, con un impacto mucho mayor y más prematuro que el resto.
Sin lugar a dudas, las ciudades deben abordar los problemas sobre la seguridad y la mejor manera de organizar grandes volúmenes de tráfico de vehículos a dos ruedas en sus calles y aceras, y la solución radica en una asignación más reflexiva y equitativa de la calle. Los automóviles deben ir cediendo progresivamente espacios para dedicarlos al tránsito de scooters y bicicletas. Los sistemas de transporte público deben ser rediseñados para integrar y aprovechar mejor las redes de micromovilidad emergentes.
Aunque la apuesta es ambiciosa, puede que para las ciudades no haya una forma más rápida y económica de reducir las emisiones de carbono, revitalizar el transporte público y abordar la relación de despilfarro energético de las urbes españolas para con el automóvil.
¿Quieres pruebas? Esta serie de infografías, de Levi Tillemann de Valence Strategic y el diseñador Lassor Feasley, desglosan las razones clave por las que los responsables políticos deberían alentar la proliferación de la micromovilidad. La enorme proporción de desafíos ambientales y de uso de espacios que afronta una comunidad global cada vez más urbana, significa que no hay tiempo que perder.
Eficiencia
Lo más ineficiente de conducir un automóvil es el automóvil en sí. El español medio pesa alrededor de 69 kilos. Según un estudio de 2016 realizado por el Ministerio de Industria, la tara promedio del automóvil español es de poco menos de 1600 kilos, 23 veces más que la persona que transporta. Así que la mayor parte de la energía que emplea el automóvil se usa para mover el vehículo en sí. Nuestro patinete de referencia pesa solo 13 kilogramos y funciona con un motor eléctrico extremadamente eficiente. Eso le da una gran ventaja en términos de uso de energía.
Un kilovatio hora de energía desplaza un automóvil que funciona con gasolina durante poco menos de 1 kilómetro y 300 metros. Un Tesla Model 3, mucho más eficiente, puede viajar aproximadamente seis kilómetros y medio con la misma cantidad de energía. Un patín eléctrico puede recorrer más de 128 kilómetros, o 333 vueltas alrededor de un campo de fútbol.
De hecho, los patines eléctricos son tan eficientes que una persona quemaría aproximadamente nueve veces más energía caminando y aproximadamente cuatro veces más energía en bicicleta en la misma distancia.
El coste del combustible
En sus primeros años, los vehículos eléctricos y las energías renovables han luchado por imponerse a tecnologías tradicionalmente más baratas impulsadas por los combustibles fósiles. Por el contrario, los patinetes eléctricos son generalmente más baratos de utilizar que otras alternativas como el transporte público, los taxis y los automóviles personales.
La razón de estas conclusiones viene dada porque el coste de cargar un vehículo de micromovilidad es poco más del 1 por ciento del coste de repostar un automóvil (incluso con un respetable consumo medio de 8 l/km). Durante semanas, meses y años de uso en viajes, todos esos ahorros no harán más que ir sumándose. La eficiencia es lo que hace que los vehículos de micromovilidad eléctrica sean, además de ecológicos, también económicamente muy atractivos.
El coste de producción
Los patinetes eléctricos no sólo son eficientes desde el punto de vista energético, sino también en términos de inversión inicial. Por el precio de un Tesla Model 3 con batería de rango extendido y un precio aproximado de 50.000€, te puedes comprar más de 110 patines eléctricos de alta calidad. Y aunque también existen condiciones en las cuales un scooter no sería la mejor opción (lluvia, nieve, largas distancias, transporte de niños o mascotas), aproximadamente el 60 por ciento de los viajes en España son de menos de 8 kilómetros y la mayoría de las veces, con un sólo ocupante en el automóvil.
Para la gran mayoría de los viajes que realizan los españoles, la micromovilidad tiene el potencial de proporcionar transporte a un coste económico y ambiental increíblemente más bajo.
El peso
Los vehículos de movilidad personal eléctricos, como hemos visto, no sólo hacen un uso eficiente de la energía, sino que además son eficientes en su fabricación. El automóvil promedio español pesa en torno a 1600 kilos, y su producción genera aproximadamente 22 toneladas de emisiones de CO2. Un automóvil eléctrico de corto alcance tiene una huella de carbono al salir de la línea de fabricación ligeramente superior a la de un vehículo que funciona con gasolina (en torno a las 30 toneladas); sin embargo, el vehículo eléctrico genera mucho menos carbono en carretera durante su vida útil, lo que lo convierte en una alternativa más ecológica.
Los vehículos de movilidad personal eléctricos, como hemos visto, no sólo hacen un uso eficiente de la energía, sino que además son eficientes en su fabricación. El automóvil promedio español pesa en torno a 1600 kilos, y su producción genera aproximadamente 22 toneladas de emisiones de CO2. Un automóvil eléctrico de corto alcance tiene una huella de carbono al salir de la línea de fabricación ligeramente superior a la de un vehículo que funciona con gasolina (en torno a las 30 toneladas); sin embargo, el vehículo eléctrico genera mucho menos carbono en carretera durante su vida útil, lo que lo convierte en una alternativa más ecológica.
Un patinete eléctrico pesa, como hemos dicho anteriormente, entorno a los 13 kilogramos y requiere mucha menos energía para fabricarse. Aunque aún no se dispone de cifras exactas, se puede afirmar con seguridad que la energía necesaria para su fabricación es menor del 1 por ciento de la energía necesaria para fabricar un automóvil.
La sinergia energética
Si nuestras ciudades buscan mejorar el acceso al transporte a la vez que buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, es primordial reconocer la micromovilidad como el gran aliado de disponibilidad inmediata. Los dispositivos de micromovilidad eléctrica tienen el coste de fabricación más bajo, son más eficientes energéticamente y más eficaces por unidad de combustible utilizado que cualquier otra alternativa, además de requerir poca o ninguna infraestructura adicional.
Todos estos beneficios tienen que ser considerados por las autoridades municipales y nacionales en el momento de legislar el uso de espacios urbanos asignados a los usuarios de micromovilidad.
Si nuestras ciudades buscan mejorar el acceso al transporte a la vez que buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, es primordial reconocer la micromovilidad como el gran aliado de disponibilidad inmediata. Los dispositivos de micromovilidad eléctrica tienen el coste de fabricación más bajo, son más eficientes energéticamente y más eficaces por unidad de combustible utilizado que cualquier otra alternativa, además de requerir poca o ninguna infraestructura adicional.
Todos estos beneficios tienen que ser considerados por las autoridades municipales y nacionales en el momento de legislar el uso de espacios urbanos asignados a los usuarios de micromovilidad.
Sabemos que la micromovilidad no proporcionará todas las respuestas a los desafíos medioambientales futuros, pero sí es una pieza importante del rompecabezas.
Vale, y ahora, ¿qué?
Durante miles de años, se construyeron ciudades con calles para peatones, vendedores y caballos. Ese modelo fue evolucionando durante siglos para dar cabida a carruajes, tranvías y bicicletas. A partir del siglo XX, las redes de calles, avenidas y carreteras de nuestras ciudades evolucionaron para transportar ríos de metal (automóviles, hidrocarburos y sus emisiones contaminantes) a través de los vecindarios. A medida que los automóviles se fueron volviendo más pesados, más rápidos, más cómodos y más ubicuos, las ciudades fueron rediseñándose para darles cabida. Las calles se convirtieron en lugares contaminados y peligrosos para ciclistas, peatones e incluso, para los propios automovilistas. Hoy, sólo en España, el tránsito por carretera es responsable de la emisión de 75.000 toneladas de gases de efecto invernadero y 33.300 muertes cada año. Reconducir estas cifras a valores que tiendan a cero debería ser una prioridad política en las próximas décadas.
Afortunadamente, las ciudades de toda España junto con las del resto del mundo tienen la oportunidad de reinterpretar su relación con la movilidad y romper el vínculo entre el transporte, el petróleo y las emisiones contaminantes. Los automóviles eléctricos y autónomos han despertado un entusiasmo desenfrenado entre consumidores y ciudadanos en este sentido. Sin embargo, los dispositivos de micromovilidad (pequeños patines y bicicletas eléctricas) pueden ser una herramienta mucho más poderosa e inmediata para reducir las emisiones y transformar nuestras ciudades en lugares mucho más habitables.
Sin duda habrá desafíos y sorpresas en el camino. Legisladores y políticos deberán tratar estos pequeños vehículos como una oportunidad de cambio de paradigma, en lugar de verlos como un obstáculo para el transporte urbano, y trabajar para promover un sistema que sea lo más seguro y eficiente posible. Los poderes políticos y ejecutivos también tendrán que aceptar que la propagación de la micromovilidad en nuestras urbes es inevitable, ya que responde a los problemas críticos que enfrenta el transporte de ciudadanos dentro de las ciudades.
Esta nueva movilidad representa la sorprendente conclusión de una búsqueda que comenzó con la crisis del petróleo y el movimiento medioambiental de la década de 1970, cuando los ingenieros más idealistas de aquellos años imaginaron vehículos eléctricos ultraligeros, "del tamaño adecuado", como una forma de romper la adicción a los combustibles fósiles. Si bien los patines y bicicletas eléctricas de hoy no son tan ambiciosos en diseño como los vehículos con forma de lágrima que muchos anticiparon, pero sí son el resultado de una misma búsqueda: la eficiencia del transporte humano.